viernes, 18 de enero de 2008

El salto al éxito

El salto al éxito

(1993-1995) [editar]

Con su pop-rock melódico y pegadizo y sus guitarras ligeramente distorsionadas, Collective Soul saltaron desde Stockbridge, Georgia, al tope de la música de los años 1990. La banda no consiguió despertar el interés de ningún sello, y un desanimado Roland abandonó todo en 1992 para realizar un demo con la esperanza de conseguir trabajo. El demo de "Shine" llamó la atención de varias estaciones de radio alternativas y de Atlantic Records, Roland apresuradamente armó una nueva versión de los Collective Soul con su hermano Dean en guitarra, Ross Childress en guitarra principal, Will Turpin en bajo y el baterista original Shane Evans.


"Shine" se convirtió en un éxito ineludible de MTV y de las radios durante 1994; ayudó a que el debut de la banda, Hints, Allegations, and Things Left Unsaid (1993), vendiera más de un millón de copias. Con este álbum debut, se vieron sobre el escenario de Woodstock 1994. Después llegó un maratón de conciertos con Aerosmith, el reconocimiento de la crítica y un inesperado éxito que se vio reflejado en las listas de éxitos de todo el mundo, gracias a "Shine" y "Breathe", principalmente; el disco también contenía canciones de gran nivel como "Love Lifted Me", "Burning Bridges" o "Goodnight, Good Guy".


Tras esa locura en la que se vieron envueltos, el grupo consiguió entrar en el estudio para grabar su nuevo disco, una impresionante colección de canciones apoyadas sobre el sonido de las guitarras. La banda consideró ese segundo trabajo como su álbum debut, para subrayar ese hecho lo titularon sencillamente "Collective Soul" (1995), y la recepción del disco fue tan positiva que estuvo 76 semanas en listas americanas y produjo éxitos como "Gel", "December" y "The World I Know", este ultimo consiguió varios Nº1 en los charts. Con su nuevo disco en la calle, se embarcaron en una gira de ocho semanas como teloneros de Van Halen en EE.UU., siguieron por Europa. Comenzó la carrera internacional del grupo. El disco permitía comprobar que lo ofrecido en el primer disco podía tener continuación. Buenas canciones, en la órbita del pop-rock americano, llenaban un álbum simpático en el que se apreciaba personalidad y carisma. El disco fue grabado muy deprisa, con un enorme interés por parte de la compañía y de la misma banda para que el álbum no dejara que se apagara la llama que se había encendido con "Shine". El álbum terminaría superando las tres millones de copias vendidas.



Tras veinte meses en carretera, el quinteto se moría por componer nuevas canciones y grabar demos sin fechas límite agobiándolos: "El estado de ánimo era perfecto", dice Eddie (que con éste disco ha logrado salir de una larga crisis tanto personal como profesional), "Las canciones sonaban de maravilla así que seguimos grabando y sin darnos cuenta ya teníamos veinte grabadas". Con otro impulso creativo más (y la ayuda de los venerables The Memphis Horns) le dieron los toques finales al disco en los estudios "House of Blues" de Memphis.

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